No he publicado todo el año, bueno casi, mea culpa. Sin embargo no significa nada sólo que estuve siempre en la cocina horneando pan para otros. Eso no esta mal.
Este año ha sido uno muy especial, en edad, en manifiestos, en amistades y en clarificar horizontes. Nada nuevo aparentemente, pero muy profundos en mi existencia. Uno se hace más grande y más sabio dicen, pues no he visto esa regla en todos. Este 2018 dejo todo y a todos quienes han buscado dañarme por la búsqueda de sus propios propósitos, también a aquellos que no han estado a la altura de mi honestidad y cariño. Me llevo a todos quienes me siguen dando una sonrisa y cariño sin pedirlo. Pido perdón a todos quienes he ofendido y no me di cuenta. A veces soy muy dura —no lo justifica, lo sé— pero es como soy y de alguna manera la vida me ha puesto en una posición donde los «mi vida», «mi tesoro», nunca formarán parte de mi vocabulario. He decidido sacrificar mi tiempo y ganar dinero hace 11 años por trabajar para la alegría de otros. Este camino me ha llevado a poner en la balanza otras cosas y también me ha convertido en el blanco perfecto de críticas y valoraciones muy alejadas de lo que yo soy, pero la recompensa ha sido siempre hermosa. Te dejo, te tomo, te vuelvo a dejar. Siempre buscaré la manera de que las cosas trasciendan y seguiré haciéndome la boluda para dejar pasar sin cambiar mi propósito. Aquí, allá o en la China, es lo que somos y es lo que quiero ser hasta que me muera.
Buen año a todos, mi contador dice que son más de 29k los visitantes de este blog, pues a todos ellos, que sus sueños se cumplan el 2019. Pa’lante, que pa’trás, ni para coger impulso